Terapia

El proceso terapéutico

Iniciar un proceso terapéutico no siempre es fácil. A veces se llega con dudas, con miedo a remover demasiado o con la sensación de que “no es para tanto”. Pero también es verdad que muchas personas descubren que la terapia no es solo para “cuando ya no se puede más”, sino también para conocerse mejor, comprender lo que una está viviendo y cuidar de su salud mental y emocional de forma activa.

¿Qué puedes esperar del proceso?

La primera sesión suele ser un punto de partida para que puedas contarme qué te ha traído aquí, cómo estás, y qué te gustaría conseguir. También te explicaré cómo trabajo y podremos ver si lo que necesitas encaja con lo que puedo ofrecerte. A lo largo del proceso, iremos explorando juntos lo que está ocurriendo dentro y fuera de ti. No se trata de dar consejos o soluciones rápidas, sino de ayudarte a comprender mejor lo que te pasa, a desbloquear emociones, a soltar patrones que ya no te sirven y a conectar con tus propios recursos para afrontar las dificultades de forma más saludable. Tú decides el ritmo. La terapia no es una carrera, sino un camino que se recorre paso a paso.

¿Cómo es la terapia conmigo?

Trabajo desde un enfoque integrador, lo que significa que no me limito a una única técnica o corriente. En cada caso, adapto las herramientas terapéuticas a las necesidades y estilo de cada persona, combinando enfoques como la terapia EMDR, la terapia cognitivo-conductual, la humanista o la centrada en el apego, entre otras. Mi objetivo no es que te ajustes a un método, sino que la terapia se ajuste a ti. A tu ritmo, a tu forma de procesar, a tu momento vital. Algunas sesiones serán más reflexivas, otras más emocionales, otras más centradas en lo práctico. Cada proceso es único.

¿Cuándo acudir a terapia?

No hace falta estar “mal del todo” para buscar ayuda. Muchas personas acuden a consulta por temas como: Ansiedad, estrés o dificultad para desconectar. Estado de ánimo bajo, tristeza persistente o falta de motivación. Duelos o pérdidas (de personas, relaciones, etapas vitales). Inseguridad, exigencia o baja autoestima. Dificultades en relaciones personales, de pareja o en el entorno laboral. Cambios vitales importantes o sensación de bloqueo emocional. En realidad, cualquier momento en el que sientas que necesitas parar, entender lo que estás viviendo y cuidarte un poco más, puede ser un buen momento para empezar.

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